“Una sociedad inclusiva genera convivencia, aprendizajes, calidad de vida y progreso”
¿Qué le motiva involucrarse en la inclusión?
La razón que motiva mi compromiso con la inclusión desde el ámbito profesional y personal apunta a contribuir a una transformación social, en la que todos disfrutemos de un mundo más equitativo y respetuoso, donde se valoren las diferencias y el aporte de cada persona en la sociedad.
¿Qué significa para usted una universidad inclusiva?
Para mí, una universidad inclusiva está sustentada en la valoración de la diversidad, la equidad y los derechos humanos. Se trata de un contexto académico que otorga los ajustes razonables para asegurar el acceso, la participación y el progreso de todos los estudiantes.
¿Por qué cree es importante avanzar en la instalación de una cultura inclusiva en la universidad?
El avanzar hacia una cultura inclusiva permitirá que los integrantes de la comunidad aprecien sus diferencias, acogiendo y estimulando la singularidad de sus miembros. Cuando se instala esta cultura, se desarrollan espacios de bienestar colectivo desde el respeto, la igualdad social, la cooperación y la empatía.
¿Cómo participa en el proceso de la instalación de una cultura inclusiva universitaria?
Mi rol tiene por función identificar las barreras que dificultan el acceso y la participación, promover el trabajo colaborativo y en redes, y gestionar espacios formativos para la comunidad, con el fin de que todos puedan participar con igualdad de oportunidades en el quehacer de la universidad.
¿Cómo invitaría a las personas a ser parte de la inclusión?
Una sociedad inclusiva genera convivencia, aprendizajes, calidad de vida y progreso. Es fundamental eliminar conceptos y estereotipos que por años han sido construidos y que generalmente son los más complejos de erradicar. Reconocer que todas las personas tienen los mismos derechos por la condición de ser humanos es el punto de partida hacia un desarrollo inclusivo.